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General Washington: Januca 1777

Nosotros, en VPI, nos deleitamos en compartir esta historia inspiradora una vez más a medida que se acerca Januca 2019: El invierno de 1777 fue duro, casi insoportable. Los soldados estacionados en Valley Forge no tenían idea de la razón por la que estaban allí. En medio de ellos había un soldado judío solitario y era la primera noche de Januca. Cuando todos los soldados en la tienda estaban profundamente dormidos, sacó su menorá y encendió una vela, recitó las bendiciones, y se sentó a ver la pequeña llama bailando alegremente. El general, en persona, estaba a su lado. Lo miró y dijo suavemente: "¿Por qué lloras? ¿Tienes frío, amigo? El soldado se puso de pie de un salto y saludó. Luego dijo en voz baja: "Estoy llorando ante mi Padre Celestial, señor. El destino de todos yace en Sus manos; Él controla el destino de millones, en todo el mundo. Estaba orando por su éxito, general Washington. Vine a este país porque estaba huyendo de la persecución de los tiranos que siempre han oprimido a mi familia, a mi pueblo y a mi nación. ¡Los déspotas caerán, señor, pero usted saldrá victorioso!"  "¡Gracias, soldado!" respondió el general con entusiasmo y se sentó en el suelo delante de la menorá. "¿Y qué tenemos aquí?" —preguntó. Este es un candelabro. Esta noche, los judíos de todo el mundo están encendiendo la primera vela de nuestro festival, Januca. Esto sirve para conmemorar un gran milagro que le ocurrió a nuestros antepasados. Eran solo un puñado en comparación con los ejércitos masivos, pero resistieron, gracias a su fe en Dios, y se les concedió un milagro." 

La llama brillante encendió una llama de esperanza en los ojos cansados del general y gritó gozosamente: "¿Eres judío? ¡Entonces eres descendiente de un pueblo de profetas! ¿Y dices que ganaremos la guerra?" "¡Sí, señor!" respondió con confianza. El general se levantó, su rostro brillaba con esperanza renovada. Se estrecharon las manos encarecidamente. Washington le pidió al soldado su nombre y dirección y se desapareció en la noche. En la primera noche de Januca, 1778, nuestro veterano judío estaba sentado en su casa en Broome Street en Nueva York. La primera luz de Januca ardía brillantemente en el alféizar de su ventana. De repente, alguien tocó la puerta. Su esposa se levantó para abrirla de par en par. Para su sorpresa, allí estaba el presidente Washington.  "Ahí está esa luz fabulosa, la luz de Januca," gritó alegremente, al ver la vela junto a la ventana. "Esa llama y tus palabras notables encendieron una luz en mi corazón en esa noche oscura y amarga," recordó. "Estábamos en una situación difícil entonces, ¡y tus palabras me animaron tanto! Me estimularon con una nueva esperanza. Pronto recibirá una Medalla de Honor de los Estados Unidos de América por su valentía en Valley Forge, pero esta noche recibirá un recuerdo personal de mi parte." Con estas palabras colocó sobre la mesa una medalla de oro sobre la cual estaba grabada una menorá de Januca con una luz encendida. Sobre esta medalla estaba la inscripción: "Como señal de agradecimiento por la luz de su vela. George Washington." (Noticias VPI/J. Post)

"Yo te pongo ahora como luz para los gentiles, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra." Isa. 49:6